Cuando sí pero no.
¿Os acordáis hace relativamente poco que os habré de amor?
Vale. Perfecto. Volvemos al punto de partida.
Sigo siendo una inconsciente. Una ilusionada. Una cria de quince años pensando que por unas palabras bonitas iba a cambiar el mundo.
Sigo siendo la que pretendía hacer las cosas eternas con un candado y la persona que creía que podría ser un príncipe azul. Ya sabéis que yo he sido más de rojo, de pasión, de intensidad, de todo o nada. Iba a dar mi todo, mi todo en plan vencer miedos, luchas intensas con mi yo, iba a darle al mundo una manera para decirme ¿De que vas! Y yo responderle ¿Habéis visto sus ojos?
Pues no chavales, vuelta al ruedo, creo que la vida me la tiene jurada, creo que yo me la tengo jurada, y sinceramente, ¿Sabéis que?
No pasa nada.
He aprendido a quererme mucho y a querer mucho a otras personas, y de verdad que hacía tiempo que unos ojos no me hacían sentir tanto, pero llegué tarde, o a tiempo, o no en el momento, o mi brillo no era compatible con esos ojazos, ya ves tu, el amor.
¿Que le voy a decir a alguien que interrumpió su vida por mi?
Otra historia de esas bonitas pero casi.
Casi te veo. Casi te quiero. Casi dejo todo por ti.
Casi me la juego. Casi me arriesgo. Casi tú. Casi nosotros.
Me siento a veces la persona más tonta del mundo, inocente tal vez y hoy está noche me ha recordado un viejo amigo, o un viejo amor que soy la persona perfecta en el mundo, pero a veces las personas no miramos el mundo.
Y entonces comprendí. Comprendi que después de 27 años me enamoré como una de 15. Que quería tonterías, palabras bonitas y sentirlo como parte de mi. Que imaginé una casa cerquita del mar llena de risas varias. Y que me daba igual que compartiera su fiesta y la siesta conmigo.
Que era buen hombre. Pero que ya había elegido y que yo por mucho que le esperara noche tras noche como gato a la luna, tenía una vida.
Que esa vida no tenía hueco para mi. Que aún le llenaba. Porque como me dijo alguien, quién te quiere encuentra el momento, y quien no, no.
El pasado me enseñó a aprender.
El futuro no se que me llevará.
Hoy, hoy solo se que te debo la ilusión de haber sentido y haber confiado en alguien.
¿Os cuento algo?
Él no lo sabía. Pero yo llevaba desde el 1 de febrero con una caja de esas mias de tonta, con una taza, un candado, una pulsera, unos calcetines cutres y mi corazón en una caja de esas de los chinos. De esas bonitas. Chuches y chocolate con leche.
Pf: algún día mis cajas sorpresa tendrá sentido.
No quiero escribir más. Duele. Disculparme.