lunes, 31 de diciembre de 2018


Dicen que es mejor tarde que nunca, que es mejor la espera, estar en ascuas porque luego la sorpresa es equivalente a la ansía y la espera anterior, pero lo que nunca nos cuentan es que el sentimiento de alegría o de tristeza es equivalente al mismo. Hoy debería hacer un balance de este año, pero en realidad y como dije hace unos días, llevo dándole vueltas a esta entrada porque no sabía ni por donde empezar mi balance, no os voy a entretener con obviedades, ni os voy a deprimir con historias que todos llevamos a cuestas, pero os tengo que reconocer que llevo haciendo balance de este año desde que comenzó, e incluso anteriormente a que empezara, hacía balance de como iba a ser capaz de afrontar otro año, y creo que hoy estoy en la misma tesitura, no por no saber afrontar, total, dicen que por cada año, hay ochocientas oportunidades, pero, ¿Alguien os ha contado que también hay ochocientas maneras de desperdiciarlas?
A lo que iba, no os voy a aburrir despues de estos días de espera, pero disculparme de antemano, todo aquel que escribe es por que algo lleva dentro que le duele y le rompe a la vez que lo salva, y yo, siempre me encuentro en pronóstico reservado.
Hace unos días me preguntaron si era feliz, y creo que a ratos, lo soy. Y creo que lo bueno es que no pienso en nada cuando me preguntan si lo soy, que no te apareces por arte de magia y que yo dejé de permitirte entrar en mi cabeza para mover pensamientos a tu antojo, a tu libre albedrío sin tener un mínimo de consideración.
El dolor finalmente está siendo puntual, como las secuelas de un accidente, como cuando reparamos una figura con pegamento, faltan piezas, pero se mantiene fuerte, se ven las grietas pero solo externamente. Aunque os tengo que confesar que he aprendido este año, lo mismo que el anterior, y no me refiero laboralmente ni profesionalmente, me refiero emocionalmente hablando. Sigo siendo la misma persona de siempre. La misma que se iría en busca de ti, o en busca de ella misma cuando se pierde y la cabeza se abruma. Sigo siendo la misma a la que le encanta mirar el mar, y que prefiere la playa en invierno. Me sigue encantando el café aunque sigo intentando hacerme téinomana (Entre tú y yo, sigo siendo un puto desastre)
Sigo riendome por las mismas cosas y siguen aburriendome lo que a mi, por mi persona considero realmente tonterías. Sigo intentado lograr aquello que se que algún día seré cuando me vea en el espejo. Y sobre todo, sigues formando parte de todo lo que soy.
Pero por favor, no cambies mis palabras y no sintais pena de esta pobre ilusionista con afán de escritora provisional, no podéis sentir pena porque me siento orgullosa de que tú sigas formando parte de esto. De que todo lo que rompiste, si no lo hubieras roto, no sería tan fuerte como lo soy ahora. Aún después de todo, te tendré que dar las gracias por perfeccionar eso que tanto me gustaba de mi. Pese a que me costó horrores perdonarme.
Pero ¿Que podría haber echo? Es lo que tenemos las personas, que somos crueles, que amamos lo dañino y menospreciamos lo que nos cuida y nos salva, por que claro, ¿Como vamos a amar algo que nos ama y que siempre está a nuestro lado? Que osadía por nuestra parte. Es mucho mejor rompernos cada uno de los huesos contra aquello que va a sacar las tripas y lo peor de cada uno. Claro que sí.
«Espero que mi ironía se haga notar»
Sí, este año he aprendido justo lo mismo que llevo aprendiendo desde que tenia algo de consciencia. Amor, paciencia, dedicación, respeto, cariño. Y si algo de eso no está presente, dibujar una enorme puerta, señalarla con gracia e invitar a aquello a salir por ella. Echar doble cerrojo, perdonarme de nuevo y sonreir.
Creo que no puedo pedir nada mas maravilloso al nuevo año, quiero seguir rompiéndome de risa con todas las personas que me quieran, soltar a aquellas que me quieren pero no tanto y dejar de esperar ilusiones que no saben a nada, que solo dejan vacío y angustia. Aprender a levantarme y poder elegir con total plenitud mental la felicidad. Sonreirle a la vida por muy perra que se ponga. Hacer de lo difícil algo extraordinario y de lo fácil algo emocionante. Sonreirte desde abajo, agradeciendote a ti y a la vida todo lo que me has dado, todo lo que aprendí, todo lo que sentí, y en todo lo que me he convertido, pero soltarte por fín, porque ahora puedo decir con total plenitud, que te quise, te quiero y te querré, pero que ya no te necesito.
Gracias por dejarme dibujar mapas en tu espalda todo este tiempo, al final la exploradora consiguió alcanzar el tesoro. Aún no sabía que la palabra libertad iba a ser tan costosa de lograr.
Feliz año nuevo. Feliz yo. Ojalá siempre.

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