Y me vuelve a pasar, vuelvo a desear comer el mundo a dos manos, vuelvo a sentirme viva, vuelvo a querer correr, a sentirme libre, liberada, tranquila. Vuelvo a querer perderme un Viernes por la tarde, a desear que llueva hasta que las calles quedasen inundadas, vuelvo a creer en los milagros y en los Domingos por la tarde como forma de vida, vuelvo a confiar en la gente, a querer gritar al mundo que aquí estoy, como nueva, más fuerte, más feliz, y que se acojone porque voy a por todas. Vuelvo a creer en los veranos, sobre todo si desde este, me prometes que cada uno los pasaría a tu espalda, y vuelvo a creer en el amor como punto fuerte y punto flaco de este mundo, porque el amor, antes o después te destroza pero sin él te sientes infinitamente vacío. Y sí, ¿Porque no? Vuelvo a querer romperme las costillas a tu lado, quiero equivocarme, quiero saber si merece la pena, quiero derrapar en cada mirada y que si me la pego, sea por haber intentado hacerte feliz de cualquier forma.

18*

Me quiero quedar a vivir en tu espalda. Y que el aroma de café mezclado con tu perfume me despierte por la mañana.

Hasta que lluevan pianos.

Joder, que bonito es. Sí, que bonito es cuando te miro y tu dejas de hacerlo en menos de un segundo, de inmediato, casi con susto, como cuando a un niño le descubren una de sus travesuras. Que inocencia esa que tienes, y que cosas tan grandes eres capaz de hacer, como ahora, este momento, mirarte, dejar que te mire, es una de las cosas más grandes que me has permitido hacer. Te mueves, sales, entras para que te vuelva a ver, y me encanta, y te observo, y disfruto mirando como caminas sin percatarte de lo grande que es ese momento para mi. Y analizo, analizo hasta cada mínimo detalle, cada gesto, cada mirada, como bebes, y como disimulas para que no me percate de que estás pendiente de mi en cada gesto. Quiero alargar este momento, registrarlo para poder disfrutarlo mañana también. Porque es muy extraña esta timidez que tengo, que me alcanza, que me inunda en ese momento en el que tengo que hablarte, justo cuando la distancia se acorta y las miradas se obligan.